sábado, 26 de noviembre de 2011

EL VI CONGRESO Y LA PRIMERA CRISIS EN EL PC



Hacia los cien años del Partido Comunista de Chile:

EL VI CONGRESO Y LA PRIMERA CRISIS EN EL PC

Iván Ljubetic Vargas

El gran dirigente comunista, Luis Corvalán Lépez, escribió en su obra ‘De lo vivido y lo peleado. Memorias’: “El Partido Comunista de Chile, como todos los partidos políticos, ha tenido altibajos, períodos de ascenso y de descenso en su influencia de masas, de crecimiento y de merma en sus filas; ha saboreado la victoria e ingerido el áspero trago de la derrota, ha conocido días de salud rebosante y de crisis agudas a lo largo de su dilatada historia”.

Entre estas últimas menciona la de 1924, la de 1927-1928, la de 1931-1932, la de comienzos de los años 50 y la que se inició a fines de los 80.

En esta oportunidad, nos referiremos a la primera de ellas.

EL VI CONGRESO NACIONAL DEL PC

Los días 18 y 19 de septiembre de 1924 tuvo lugar, en la ciudad de Viña del Mar, el Sexto Congreso Extraordinario del Partido Comunista de Chile.

Fue éste, uno de los torneos nacionales más conflictivos en la historia de la colectividad. Un grupo fraccional, que actuaba en el interior del Partido en Santiago, logró una temporal y precaria mayoría en la Sección de la capital eligiendo sus delegados al Sexto Congreso. Ya en el desarrollo del evento, en un golpe de audacia y aprovechándose que los delegados de las otras 17 secciones del país no conocían su proceder, obtuvieron la elección de un Comité Ejecutivo Nacional en que quedaron en mayoría.

DEJAN A RECABARREN EN LA MINORÍA

De los siete miembros designados (Ernesto González. Roberto Pinto, Manuel Quinta, Juan Ramírez, Ambrosio Torres, Lino Paniagua y Luis Emilio Recabarren) cuatro, los cuatro primeros, pertenecían al grupo fraccional. Recabarren quedó, de esta forma, colocado en la absurda situación de minoría.

La información que se tiene de este Congreso Extraordinario es escasa. En cuanto a acuerdos adoptados, sólo se conoce que “se señala que las secciones debían ser reemplazadas por células; sin embargo, no se adoptaron claras resoluciones al respecto”.

Por su parte, el ex diputado comunista José Vega Díaz relata que en ese Congreso Recabarren abogó por aplicar fuertes sanciones a quienes, siendo candidatos a parlamentarios por el Partido en las elecciones de marzo de 1924, hicieron pactos con elementos de los partidos de gobierno, en circunstancias de que el Presidente Alessandri efectuaba una descarada intervención electoral en contra de los intereses del Partido Comunista.

CONTRA LOS ELEMENTOS CORROMPIDOS

José Vega Díaz en ‘El Aprendiz de Comunista’, aparecido en la revista ‘Principios’ Nº 130-131 de marzo-junio 1969, sostiene que “el diario ‘Justicia’ publicó una larga lista de sancionados por violar los principios del Partido, por incurrir en vicios atentatorios a la moral comunista y por faltar a la disciplina. A partir de esa lucha librada por Recabarren contra los elementos corrompidos, se desataron las diatribas en su contra. Ante la amenaza de disgregación –continúa el dirigente José Vega Díaz-, fui partidario de cuidar cuanto habíamos construido con tantos sacrificios, alejando a los provocadores y agentes del enemigo incrustados en los organismos del Partido, sostuve la necesidad de sacar de sus cargos a los elegidos en Viña del Mar, especialmente aquellos que amenazaban romper la unidad del Partido y del movimiento sindical”.

EN UN DIFÍCIL MOMENTO DE SU VIDA

Recabarren recibió el golpe que la fracción le asestó en el Sexto Congreso en un momento muy difícil de su existencia: aquejado por seria enfermedad al cerebro, muy agotado por las intensas actividades desplegadas en los últimos meses, aún no repuesto de la terrible depresión que a fines de agosto lo llevara a atentar contra su vida, que no se concretó sólo por la oportuna intervención de su compañera, Teresa Flores.

LA RESPUESTA DE RECABARREN

Pero, a pesar de esas circunstancias, el fundador del Partido Comunista reaccionó rápida, enérgica y audazmente para condenar la maniobra de la fracción.

En nota fechada el 2 de octubre de 1924, y publicada por el periódico ‘Justicia’ el día 6, titulada “No acepto la designación”, se dirigió a las secciones del país, informando sobre lo ocurrido en el Sexto Congreso y señalando que “siendo la mayoría de este Comité (el CEN elegido en ese torneo, Nota del autor) compuesto por personas que carecen de antecedentes y competencia para afrontar las responsabilidades de este cargo, aviso a las secciones que no acepto el cargo para que me ha designado el Congreso y creo que las secciones deben provocar un voto general para resolver esta situación creada por el Congreso”.

NO PUEDEN CONSTITUIR EL CEN

Los fraccionalistas intentaron constituir el Comité Ejecutivo Nacional con sus cuatro miembros. Entonces se constató que dos de ellos, Roberto Pinto y Juan Ramírez, estaban estatutariamente inhabilitados para ser componentes del CEN, pues el artículo 38, de los Estatutos –aprobados en el Quinto Congreso de 1923- estipulaba: “El Comité Ejecutivo Nacional será el órgano superior del Partido, se compondrá de siete afiliados con tres años de antigüedad a lo menos y permanece un año en funciones. No pueden formar parte de él los parlamentarios, regidores y demás representantes ante instituciones burguesas”. Ambos no tenían dos años de militancia en el Partido.

LA POLÉMICA PÚBLICA

A partir del 12 de octubre se desató una polémica pública entre Recabarren y miembros de la fracción. Ese día en “Justicia” aparecieron dos comunicados. Uno del maestro, otro de Roberto Pinto. Este sostiene que Recabarren “no debe tener la fatuidad de creerse superhombre, ni menos creerse el amo y señor de esta colectividad”.

El 15 se publicó nuevo artículo de Recabarren. Allí descalificaba la auto denominación de izquierdistas, que se atribuían los componentes de la fracción. Afirmaba: “Yo no sé que en Santiago se haya manifestado hasta la fecha ninguna discusión ni tendencia doctrinaria que denuncien la existencia de una izquierda y derecha en materia de doctrinas. Lo único que he visto es una pecha vanidosa por ocupar cargos, puestos y comisiones, tengan o no, capacidad para ello. Esa pequeña minoría que existe en nuestra sección, poseída de vanidad, es ésa quién a sí misma se da el título de izquierda, porque lucha contra los comunistas más antiguos que, por buen juicio de la mayoría de los afiliados de esta sección, han tenido en sus manos la dirección del Partido”.

TRATAN DE CANALLA AL FUNDADOR

El 17 de octubre, “Justicia” siguió abriendo sus páginas a la polémica pública. Apareció en la edición de ese día la opinión de Castor Vilarín, quién sostuvo: “No es Recabarren quien pueda apreciar la conducta de ningún militante, porque sólo conoce lo que le llegan a contar a su escritorio los agentes confidenciales”. Añadía: “Recabarren no es comunista porque dice cada vez lo que le conviene y no lo es; merece el calificativo de canalla”.

El 18, Juan Ramírez, de la fracción, escribió: “El empuje de la conciencia ha hecho temblar al veterano, y creyéndose señor del castillo, nos pone vallas y envía circulares difamatorias a través del país”.

LA POSITIVA RESPUESTA DEL PARTIDO

Para superar la crisis, Luis Emilio Recabarren propuso una salida democrática: realizar una votación directa en que participaran todos los militantes del Partido. Así se acordó. Las elecciones fueron programadas para el 13 de diciembre de 1924.

Ese día, los militantes de todas las secciones del país votaron eligiendo un nuevo Comité Ejecutivo Nacional. Las primeras siete mayorías correspondieron a Luis Emilio Recabaren. Galvarino Gil, Roberto Salinas, Carlos A. Sepúlveda, Lino Paniagua, Luis Guzmán y Salvador Barra Woll. Todos probados revolucionarios.

Recabarren no llegó a saber los resultados de esta votación, pues sólo fueron conocidos después de su muerte. Recabarren fue reemplazado en el CEN por Tomás Connelly.

No está del todo claro quien fue designado en esa ocasión Secretario General.

Hernán Ramírez, en su obra ‘Origen y Formación del Partido Comunista de Chile’ opina que le correspondió este cargo a Carlos A. Sepúlveda, el que “se trasladó a Iquique a mediados de 1925, donde fue detenido por la policía. Luego, indisciplinadamente, hizo dejación de su cargo, por lo que la Secretaría General fue entregada al joven y brillante dirigente Galvarino Gil”.

OTRAS OPINIONES

Este mismo historiador, sostiene que “a mediados de diciembre de 1924, Eliodoro Estay, dirigente del Partido Demócrata, se entrevistó con Galvarino Gil, Secretario General del Partido Comunista...”

Según se menciona en ‘Chacón’, escrito por José Miguel Varas, Juan Chacón Corona recordaba: “Galvarino Gil, chico y delgadito, pampino, quedó como Secretario después de Recabarren. Era firme y habiloso... Gil vivió poco. Tenía tuberculosis. Fue un dirigente de gran talla, con visión rara para su tiempo.”

Juan Vargas Puebla en entrevista, publicada en ‘El Siglo’ del 1º de Mayo de 1973, relata: “De los comunistas recuerdo a Galvarino Gil, que cuando Recabarren se suicidó, él asumió la Secretaría del Partido... Fue un verdadero héroe anónimo de la lucha; trabajó en el periódico “El Despertar de los Trabajadores” de Iquique; en Antofagasta en los periódicos honorarios del Partido; se vino a hacer “Justicia” y “La Federación Obrera de Chile”, con Recabarren a Santiago. Murió tuberculoso, durante la dictadura de Ibáñez, muerto de hambre”.

Todo parece indicar, que el Secretario General del Partido Comunista desde el VI Congreso de septiembre de 1924 hasta poco antes del VII Congreso de diciembre de 1925 fue Galvarino Gil.

CONCLUSIONES

La primera crisis en la historia del Partido Comunista de Chile se inició en el VI Congreso Nacional, efectuado los días 18 y 19 de septiembre de 1924. Fue superada echando mano a la democracia interna, por la votación directa de los miembros a la Dirección Nacional, en que participaron todos los militantes.

Fue una de la tantas ocasiones en que Recabarren, al proponer esta salida a la crisis, actuó como un verdadero leninista.

Lenin había escrito en su trabajo ‘La socialdemocracia y las elecciones a la Duma’ en 1906-1907: “Todos los asuntos del Partido deben ser manejados –directamente o por medio de representantes- por todos los miembros del Partido en un plano de igualdad de derechos, sin excepción”. (Lenin: Obras Completas, tomo 14, página 253)

COLABORACIÓN: Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos