sábado, 8 de septiembre de 2012

El lastre derechista para un nuevo Chile








Editorial El Siglo del 7 al 13 septiembre 2012


El lastre derechista para un nuevo Chile


El gobierno insiste en mostrar la reciente aprobación del ajuste tributario como un “nuevo éxito” de la administración de Piñera.  Habría que aclarar que ninguno de los proyectos de ley enviado por el Ejecutivo al Parlamento ha resultado finalmente tal y como lo quería la derecha. Tanto la mal llamada “reforma tributaria” como la “eliminación” del 7% en salud a los jubilados, el postnatal de 6 meses, el bono Bodas de Oro, ni siquiera  el Presupuesto Nacional 2012, el salario mínimo, el ingreso étido y muchas otras iniciativas han debido ser reformadas, mejoradas o  simplemente eliminadas en su forma y fondo por la oposición.

Este gobierno entra a la etapa final de su mandato con un lastre de imprecisiones, fallas, incumplimientos y contra la corriente avasalladora de los movimientos sociales que le exigen, precisamente, claridad y decisión para solucionar los cada vez más  graves problemas sociales, la desigualdad y, en definitiva, enfrentar las tareas de la reconstrucción post terremoto y maremoto  y terminar con la autocomplacencia y la administración gerencial del país.

Está claro que el período de iniciativas prometidas por la derecha se cierra sin contemplaciones y en un completo déficit político y también administrativo. Los directores de grandes empresas, holdings y transnacionales que asumieron cargos de gobierno se frustraron en su idea de incorporarse al servicio público como si fuera una gran empresa comercial.

Volverán a sus cómodas oficinas con un par de fotografías de viajes, junto a personalidades internacionales, pero con el sentimiento innegable de no haber contribuido a satisfacer las demandas ciudadanas ni los justos reclamos de las mayorías.

La oposición tampoco debe contentarse con ello. La falta de coordinación, los continuos desencuentros y la vuelta de espaldas a problemas tan acuciantes como los de la Educación, la Salud, la vivienda, la defensa del medioambiente, la protección de los recursos naturales y la necesidad de una nueva institucionalidad se manifestó a menudo en derrotas parlamentarias, profundización de divergencias y miradas diferentes sobre la solución de diferencias.

Cuando el senador Ignacio Walker, signado como representante del ala derechista del PDC,  se atrevió a mostrarse partidario de una asamblea constituyente, puso el dedo en la llaga para los sectores más reaccionarios en el gobierno y la oposición pero el mero realismo político indica que las necesarias reformas estructurales que urgen al Estado pasan por la más amplia participación ciudadana en la construcción de una nueva institucionalidad.

Entrando en tierra derecha a la contienda electoral municipal, la oposición tiene la obligación cívica de mostrar importantes grados de unidad como única forma de enfrentar a una derecha que claramente tiene dos miradas sobre el presente y futuro del país. El “pinochetismo” no ha quedado atrás y renace desde sus cenizas en materia de derechos humanos, de represión, de prácticas antidemocráticas contra el movimiento estudiantil, la cuestión de la Araucanía y la mantención de las desigualdades sociales y económicas.

Un último intento de La Moneda por tratar de mostrar éxito en la lucha contra la pobreza dejó al desnudo la hipocresía y la manipulación de métodos y cifras para reducir las cifras de indigentes, sin considerar que la mitad del país vive en condiciones precarias en materia de remuneraciones, con trabajos precarios y con serias dificultades en materia de vivienda, transportes y acceso a los bienes indispensables para la sobrevivencia de una familia.

Todo indica que el motor inicial con que los personajes “de excelencia” que se hicieron cargo de la administración de nuestro país preparan sus maletas para volver a sus fructíferas actividades privadas pero, no se trata de cambiar a unos gestores y lobistas por otros, sino  definitivamente  que las organizaciones sociales y políticas tomen en sus manos los destinos de la nación con un definido programa de gobierno que incluya todas las demandas que la gente ha estado voceando en las calles de todo Chile desde hace demasiado tiempo.

Los últimos capítulos de desencuentros, votaciones incompletas en el Congreso y divergencias públicas en materias esenciales deben desterrarse si se pretende en serio desplazar a la derecha del poder político que detenta. Sobran intenciones pero faltan voluntades y nadie puede esperar actitudes mesiánicas ni salvadoras que logren de un día para otro aunar esfuerzos y objetivos tan pendientes como indispensables.