viernes, 21 de junio de 2013

Los comunistas y el columnista Eugenio Tironi





Editorial de El Siglo, edición 1668 del 21 de junio de 2013

Los comunistas y el columnista Eugenio Tironi


Escribe el analista político Eugenio Tironi una  reveladora columna, titulada simplemente “Los comunistas”. Lo hace en  páginas de El Mercurio (martes 18 de junio), y el lugar está bien elegido.
No es Tironi ni un recién llegado al análisis político ni un protagonista de tercer nivel de la política chilena. Tampoco se le puede reprochar su trayectoria en términos simplistas ni desconocerle méritos.
Pero, veamos algunas de las premisas y correspondientes conclusiones en el artículo al que aludimos.
Dice el columnista, en primer lugar, que “en Chile, el ideal comunista fue destrozado en 1973, con el golpe militar”. ¿Piensa él seriamente que la sola fuerza bruta, aliada a complicidades y traiciones, pueda “destrozar” un ideal? Tal desvalorización de la fortaleza de los ideales es al menos reprochable, a la par que falsa y negadora de la historia. Hágase, al respecto, una sucinta enumeración de los “ideales” y su porfiada persistencia en la conciencia de buena parte de la humanidad, y se tendrá la evidencia de que el solo imperio de la fuerza se ha denotado siempre impotente para alcanzar tales indeseables resultados.
Argumenta su aserto el analista con ejemplos como la manida “caída del muro”, y al reconocer la persistencia de Cuba advierte que ello sólo se explica porque estaría “ocupada más en sobrevivir como museo viviente de lo que fueron las pasiones del siglo XX…”.
En medio de guiños aprobatorios a su política  durante el gobierno de Salvador Allende, apunta que “la estrategia del PC chileno dio un vuelco en 1980” al proclamar “la legitimidad de ´todas las formas de lucha`”. ¿Y cómo caracteriza Tironi ese “vuelco” y el estado de cosas imperante en el Chile de entonces? Dice que ello “Equivalía a plegarse a las tesis que siempre había combatido, y justo cuando las cosas comenzaban a marchar mejor para la oposición a Pinochet”. Es, por decir lo menos, una muestra de programada amnesia. 1980 es el año en que la dictadura hace consagrar mediante un plebiscito fraudulento su Constitución (llamada por ello, “de 1980”).
Junto con negar el desconcierto, la desesperanza y ausencia de perspectivas que caracterizaban entonces el estado de ánimo y las acciones de buena parte de la oposición a Pinochet, afirma sin argumentación alguna que “ese giro fue dictado por la URSS…”.
Nos informa luego el analista que “la estrategia armada fracasó” y “muchos fueron muertos o encarcelados”. Lo que se busca, así, es negar la condiciones de debilidad o al menos alta vulnerabilidad que esas despreciadas “formas de lucha” crearon a la dictadura, impulsando a las mismas altísimas esferas del imperialismo que habían impulsado el golpe de 1973 a imponer una “salida democrática” para un Chile post Pinochet. Desconoce, igualmente, que el enunciado de “todas las formas de lucha” no significaba el abandono de la lucha de masas con sus movilizaciones, así como la búsqueda incesante de acuerdos políticos que contribuyeran al aislamiento de la dictadura tanto en el campo nacional como en el internacional.
Pero, argumenta el columnista, “no pudieron (los comunistas) evitar que la oposición se incorporase a la ´democracia`-entre comillas en el texto- para derrotarlo en el plebiscito de 1988” (la retórica del “lápiz”).
Y agrega: “Vino la transición y no encontraron (los comunistas) un lugar en ella”. ¿Y cómo habrían de encontrarla, señor Tironi, si esa tal “transición” no podía despegar hacia la democracia por el contundente dato de que sus protagonistas habían urdido su libreto con la propia dictadura y con tal alto patrocinio? Y, así, hasta hoy continúa en su esencial brutalidad el modelo neoliberal en lo social y económico como en lo político e ideológico. No hubo revisión con sus lógicas sanciones a las delictuales privatizaciones –saqueos- de los bienes del Estado, no hubo modificaciones al Código Laboral, no hubo verdad y justicia sino “en la medida de lo posible”, etc.
Ahora, adelanta el bien noticiado Sr. Tironi, (los comunistas) desearían ser parte de un futuro gobierno”. Es cierto: toda agrupación política aspira a ser gobierno; es decir, a influir con sus ideas y propuestas políticas desde las más altas esferas del Estado. ¿Quién, salvo los espíritus más trogloditas y ganados por las ideologías más perversas, podría negar a cualquiera su derecho a formar parte de las instituciones de una democracia, si así lo determina libremente la ciudadanía?
Pero, concede Tironi que “el regreso pleno de los comunistas a la arena democrática no es una amenaza”.
Señor Tironi y compañías, ¿cuándo se ha ido el Partido Comunista de Chile de “la arena democrática”?
¿Estuvo el PC chileno en el “Congreso Termal” de Ibáñez del Campo? ¿Ha protagonizado, encubierto o justificado alguna matanza obrera? ¿Ha acompañado o justificado, sino más bien lo contrario, cualquiera asonada golpista en sus 101 años de existencia? ¿Ha desconocido alguna vez “la voz de las urnas”?
Para finalizar su dichos, se refiere Eugenio Tironi a “los traumas del pasado”, en torno a los cuales –se declara “seguro”- no giran las generaciones. Don Eugenio: eso que usted llama “traumas del pasado” son hasta hoy en la carne y memoria de sus compatriotas, y no le haremos el insulto –sin duda inmerecido- de suponerlo indiferente a ellos, muertes, por miles, torturas por decenas de miles, vejaciones, exoneraciones y expatriaciones por centenares de miles, explotación y despojo de sus derechos como trabajadores por millones.
Muchas gracias por su “defensa”, pero puede el Partido Comunista de Chile desafiar a cualquier otro, de Chile u otro lugar cualquiera de la Tierra, a exhibir una hoja de ruta más limpia en lealtad a su pueblo y conducta irreprochablemente democrática.

EL DIRECTOR