martes, 17 de diciembre de 2013

El Discurso de la Victoria







El Discurso de la Victoria



Amigos y amigas: ¡Qué iluminada se ve nuestra patria! ¡Cuánta gente en una misma Alameda! ¡Cuánta esperanza en una misma jornada! ¡Cuántos sueños despiertan a esta hora! ¡Gracias por hacerme parte de esta historia! ¡Gracias por este privilegio, por esta cercanía, por este apoyo, por esta nación que hoy alumbran ustedes! ¡Gracias por hacer que esta ciudadana igual a ustedes sea hoy una Presidenta tan afortunada! ¡Muchas gracias!

Gracias a mi familia, que ha sido mi sustento incondicional. A mis hijos, que me han apoyado siempre y han comprendido la opción de servicio que ha marcado mi vida.

A mi madre, que ha sido mi aliada y mi guía en la vocación social, en la disciplina, en la responsabilidad. Mamá: ¡no sabes lo agradecida que me siento de tenerte como referente y de que la gente de mi patria te valore y te quiera como te quiero yo!

A mi padre, que no ha dejado de acompañarme ni un solo día de mi vida. Su integridad, su ejemplo, su valentía, su fe en la patria me han hecho cada día ser la persona que soy. Y su presencia cercana me llena esta noche de orgullo y de amor.

Gracias al equipo que ha trabajado conmigo en esta ardua campaña. A los que han estado en los comandos regionales y comunales, a quienes han sido voluntarios o apoderados. A quienes han hecho puerta a puerta en cada pueblo, caleta, barrio o villa.

¡Ustedes me han ayudado a llegar con nuestra propuesta a todos los hogares del país!

Gracias a los partidos de la Nueva Mayoría, a los parlamentarios en ejercicio y a los electos que nos ayudaron en estos meses. ¡Pudimos difundir nuestro programa, de cara a la ciudadanía, con convicción, con unidad, sin descalificaciones, sabiendo que nuestra amplitud es también nuestra fuerza!

Y sobre todo: ¡gracias a las millones de personas que hoy han demostrado con su voto y con su compromiso que creen en mí tanto como yo creo en ustedes! ¡Gracias, porque ustedes son el rostro y el motor de todo este esfuerzo que hemos compartido!

¡Gracias por hacer de Chile un país tan grande, tan democrático, tan hermoso para vivir!

Quiero saludar a todas las personas que en esta jornada han ido a votar, independiente de cuál haya sido su candidata. Se han comprometido con el destino de Chile, han hecho valer su opinión y han marcado la diferencia.

Quiero saludar a las chilenas y chilenos que por vivir en el exterior no han podido votar estas elecciones. ¡Han dado un ejemplo cívico! ¡Espero que sea la última vez que un compatriota no puede votar por estar lejos de su patria!

Y quiero saludar a Evelyn Matthei. Más allá de nuestras diferencias, sé que compartimos el amor por Chile y las ganas de servir a un proyecto en el que creemos. En la diferencia de miradas descansa la riqueza de un país diverso y democrático.

Porque hoy Chile honra su historia y su vocación de pluralismo. Honra a quienes lucharon por recuperar nuestra democracia, a quienes dieron su vida por ello, a quienes han apostado por la libertad y por el derecho de un pueblo a darse el gobierno y el destino que soberanamente decida.

Hoy abrimos una nueva etapa, y lo hacemos reconociendo la labor que a cada generación y a cada gobierno democrático le ha correspondido en el desarrollo de Chile. Hemos hecho mucho. Hemos construido un país del que podemos sentirnos orgullosos.

Con una economía sana, con una democracia estable, con una ciudadanía empoderada y consciente de sus derechos. Y porque hemos construido todo esto, hoy debemos ponernos un desafío muchísimo más alto. Debemos marcarnos un nuevo destino.

Yo estoy al servicio de ese destino. Estoy al servicio ustedes, compatriotas y mandantes.

¡Y es un privilegio estar acá, encabezando la tarea de dirigir esta hermosa patria en un momento histórico!

Sí, histórico. Porque en este tiempo Chile se ha mirado a sí mismo. Ha mirado de frente su trayectoria, su pasado reciente, sus heridas, sus gestas y sus tareas pendientes.

Y ha decidido que es momento de iniciar transformaciones de fondo. Con responsabilidad y con energía. Con amplitud y voluntad de diálogo. Con unidad y con determinación.

La victoria de esta jornada no es personal: es un sueño colectivo el que triunfa. Es la voz de ustedes, que escuchamos a lo largo de todo Chile en estos meses, la que triunfa.

Es la voz de los ciudadanos que en estos años han marchado en las calles, expresando con valentía sus demandas y han fijado un horizonte y una ruta para nuestro país. Gracias a ustedes, especialmente gracias a los jóvenes, se han manifestado con fuerza las ansias de construir un sistema educativo público, gratuito y de calidad.

A través del prisma de la educación, hemos sido capaces de soñar en grande y vislumbrar un Chile más justo. Esa bandera la tomamos ahora entre todos. Hoy ya nadie lo duda:

¡El lucro no puede ser el motor de la educación porque la educación no es una mercancía! ¡Porque los sueños no son un bien de mercado! ¡Es un derecho de todos y de todas!

Están triunfando también quienes han exigido ser parte del destino de sus territorios.

Están triunfando quienes han marchado en nombre de la diversidad, en nombre de la tolerancia, en nombre de una salud pública que entregue respuestas y dignidad, en defensa de los derechos y el respeto a los pueblos indígenas.

Están triunfando quienes han puesto el acento en la urgencia de derrotar la desigualdad.

Hoy los chilenos hemos triunfado con un anhelo común.

El anhelo de que nuestros hijos y nietos tengan acceso a la mejor educación, a las mejores oportunidades. Que los trabajadores negocien en condiciones justas derechos laborales y salarios dignos. Que las jefas de hogar no estén solas y puedan abrirse camino para ellas y sus hijos. Que las mujeres ¡de una vez! sean tratadas con igualdad y justicia. Que las personas mayores tengan pensiones dignas, más derechos, más cuidado.

Que Chile crezca sostenidamente, pero también de manera inclusiva y sustentable.

Que no haya lugar para el prejuicio, el abuso, el delito, la discriminación, el abandono.

Que reivindiquemos la diferencia, el respeto, la solidaridad, la libertad, la tolerancia.

Que todos seamos iguales en oportunidades, en respeto, en dignidad y en derechos.

Que tengamos una nueva Constitución. Nacida en democracia, que asegure más derechos ¡y que garantice que en el futuro la mayoría nunca más será acallada por una minoría!

Una Constitución que se transforme en el pacto social, nuevo, moderno y renovado, que Chile demanda y necesita. Que sea la base de una nueva relación entre las instituciones y la ciudadanía. Que sea una expresión y una herramienta de la buena política.

¡Estas son las tareas que nos hemos puesto! ¡Hacia ese destino queremos caminar y estamos listos para hacerlo! Están las condiciones económicas, las condiciones sociales, las condiciones políticas. ¡Ahora es el momento!

¡Chile: ahora, por fin, es el momento!

Tenemos la fuerza ciudadana. Tenemos las mayorías parlamentarias y en los consejos regionales. Tenemos las condiciones políticas, sociales y económicas. Tenemos la voluntad y tenemos la unidad.

Nuevos grupos y actores se han ido sumando en cada paso del camino. Y también en el último mes.

Hoy, en Chile, los que queremos estos cambios, somos una amplia mayoría.

Es tiempo de ponernos en marcha.

Es tiempo de combatir la desigualdad juntos. Es tiempo de cumplir ese sueño de todos.

Es tiempo de volver a creer en nosotros mismos. De volver a creer que la unión hace la fuerza, que la felicidad de un pueblo es compartida, que somos capaces de cambiar el mundo en el que vivirán nuestros hijos.

Es tiempo de mirarnos unos a otros sin temor, sin recelo, sin exclusión. Es tiempo de creer en el vecino, en el aliado, en el que es diferente de nosotros, en el justo adversario. Es tiempo de construir más y mejor democracia.

Es tiempo de comprometernos con este destino común que es nuestra patria.

Yo me comprometo.

Me comprometo a tener cada día, en cada acción, el mandato que ustedes me están encomendando, las tareas que nos hemos dado, las prioridades que hemos establecido, las necesidades que me han compartido.

Me comprometo a trabajar pensando en la amplia diversidad de chilenos y chilenas. Porque un Presidente o una Presidenta no sólo tiene el deber de gobernar por quienes le dieron su voto.

Me comprometo a cultivar la buena política, la que se hace de cara a la ciudadanía, con transparencia, con apertura, con amor por Chile. Se hace con paridad entre hombres y mujeres, con participación de la gente, con respeto a los adversarios.

Llevaremos adelante las profundas transformaciones que Chile requiere. Y lo haremos con sentido de largo plazo, con unidad, con responsabilidad. Lo haremos con perfecta conciencia de que esta es una tarea que excede a un período presidencial. De que no hay recetas mágicas y que no estamos eligiendo el camino fácil.

¡Pero si estoy aquí, si hemos llegado hasta aquí no ha sido porque queramos hacer las cosas fáciles! ¡Es precisamente porque sabemos que es difícil! ¡Es porque creemos en el trabajo, creemos en la gente, creemos en la persistencia de las buenas ideas, creemos que el Chile de Todos es necesario y posible!

¡No va a ser fácil, pero cuándo cambiar el mundo ha sido fácil!

Es porque no es fácil que nos hemos unido. Y esa unión es fundamental. Es porque no es fácil que tenemos que ser conscientes de nuestra responsabilidad frente a las próximas generaciones y frente a historia. Es porque no es fácil que yo los necesito junto a mí.

A quienes han contribuido a forjar la Nueva Mayoría les pido que trabajemos con lealtad por el proyecto que comprometimos ante los chilenos. Que no olvidemos que iremos al gobierno a servir y que necesitaremos toda nuestra generosidad para alcanzar nuestros propósitos.

A quienes en su momento apoyaron otras candidaturas y hoy nos han dado su apoyo: gracias. Gracias por la confianza que no vamos a defraudar y que es tan necesaria en este camino que estamos iniciando.

A quienes no nos han dado hoy su voto, les digo que su rol es necesario en nuestra democracia y que impulsaremos reformas para un Chile de todos verdadero, en el que tendrán cabida todas las miradas y del que también ustedes se sientan orgullosos.

Y a cada uno de ustedes, que hoy celebran esta victoria compartida, les pido que también se comprometan. Con su aporte, con su voz, con su trabajo.

Porque la labor de los ciudadanos no se agota en el voto. No. Nuestra tarea no termina aquí. ¡Nuestra tarea comienza aquí!

En la jornada de hoy muchos chilenos no fueron a votar. Sé que muchos de ellos tienen desconfianza y frustración. Sienten que el Estado ya no los protege.

Debemos hacer que esos chilenos y chilenas vuelvan a creer, no en mí, no en un partido ni en un grupo político. Debemos lograr que vuelvan a creer en nuestra democracia y sus tareas. Que crean en las instituciones, en la fuerza del voto, en la justicia de las leyes, en la riqueza de nuestra historia, en la nobleza de nuestra gente, en la verdad de la palabra.

Hoy, en la fuerza que nos une, en el triunfo obtenido, late también la esperanza.

Chile nos ha puesto una misión de largo aliento, y es más grande y más hermosa que cada uno de nosotros.

Es la belleza, es la ternura, es la alegría de construir una nación en la que todos contamos, en la que todos colaboramos, en la que somos capaces de cuidarnos unos a otros.

¡Y veremos que esa es la más grande victoria que una sociedad puede alcanzar!

¡Estoy orgullosa de ser hoy su Presidenta!

¡Estoy orgullosa del país que hemos construido y más orgullosa del país que vamos a construir juntos! ¡De nosotros depende ponernos en marcha!

¡De nosotros depende levantar los cimientos del futuro!

¡De nosotros depende que el Chile de Todos no sea más un sueño!

¡De nosotros depende darle la razón a la esperanza!

¡De nosotros depende el mañana de nuestra dulce patria!


¡Viva Chile!